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Comentario El abuelo (J.L. Garci, 1998)

Hola amigos, después de un tiempo, vuelvo con una producción que comentar, una película española de 1998, dirigida por José Luís Garci y candidata al Óscar en Hollywood. Este drama de 1998 corresponde a la tercera adaptación cinematográfica de la novela de Benito Pérez Galdós, protagonizada por uno de los grandes actores míticos de nuestro país, Fernando Fernán Gómez, quien aquí nos transmite, con carácter, un gran honor y sentido del deber, así como de sentido común, en uno de los discursos que comparto abajo.

 

 

Uno de estos discursos que, extrapolados a la realidad de nuestro país, en plena crisis de 2016, no en el sentido de crisis económica (que también resulta evidente en estos tiempos) sino crisis de valores, de moral, de ética, de respeto a los derechos humanos…

En este caso, los traidores son personajes ilustres de la localidad (el alcalde, el médico, el cura…), que ven que sus planes de negocio comienzan a flojear por la vuelta de Perú del anciano, por lo que, lo toman como un loco y tratan de encerrarlo en un monasterio.  De manera que, el personaje al que da vida Fernando Fernán Gómez actúa como voz exterior de sus malas conciencias. En este sentido, podemos traer como recuerdo la filosofía que en su momento nos enseñó Thomas Hobbes «el hombre es un lobo contra el hombre». En este caso, la maldad humana provoca que sean capaces de vender sus almas al diablo cuando ven flojear su situación de status quo dominante en el pueblo y lanzan piedras sobre su propio tejado, olvidando parte de su pasado, ignorando  aquella figura que contribuyó en la medida de lo que pudo a que se formasen y tuviesen comida que llevarse a la boca. Aunque, en esta formación integra, se hayan terminado corrompiendo moralmente, hasta el punto de pretender quitarlo de su camino, como dije anteriormente, con el objetivo de mantener sus intereses personales y no muestren ni un ápice de agradecimiento, sino que bajan las cabezas, como señal de vergüenza, la que apenas muestran tener.

Hasta aquí, les animo a que vean la película completa.

 

 

Ana y los lobos (Carlos Saura, 1972).

Este comentario, intenta analizar algunas cuestiones de la película Ana y los lobos. Comentario en el que se intenta interpretar algunas imágenes del contenido audiovisual de la historia, sometido a mi visión, pero que no se trata de nada objetivo, universal e irrefutable, solo un intento de explicación.
Una película que menciona la guerra civil española en varias ocasiones. Guerra, que provocó perversiones mentales y aterradoras en la sociedad. El ritmo de la historia es lento, como la impresión social de lentitud ante la dictadura, que parecía no iba a terminar nunca.
Esta producción fue rodada en 1972, cuando todavía estaba en auge la dictadura franquista en nuestro país. La historia nos presenta a unos hermanos: José, pobre de espíritu, colecciona trajes militares. Fernando, persigue incansablemente la unión con Dios. Juan, escribe cartas eróticas a la nueva muchacha que llega a la casa. Ana, inglesa de 25 años, muchacha contratada para cuidar de las niñas, nietas de la matriarca, que no camina. Las otras muchachas que cuidan la casa, la mueven sentada en un sillón.
Ana se encuentra en una atmósfera inquietante y extraña, en la que intenta seguir la corriente a los tres hermanos, cada uno de ellos marcados por patologías enfermizas. Sentirá miedo, y tras discusiones, peleas y trifulcas, sentirá deseos por irse del lugar. Lo que marca este miedo es el momento es que las niñas encuentran en el campo una de sus muñecas enterrada y torturada. El padre de las niñas no le dará importancia a lo sucedido. Sin embargo, Ana le expresará que quiere saber la verdad del asunto o se marchará.
Los hermanos no salen del entorno, no van al pueblo, a la ciudad. Encerrados en el campo y en la casa, sin acudir a la civilización. Ante esta ausencia del resto de la sociedad, podemos decir que se intenta remarcar la soledad que provocó la guerra, y la que está generando la dictadura. O bien, que el poco contacto con el exterior, provoca una patología mental en quien está mucho tiempo sin relacionarse, encerrado…, y sentirá deseos de violentar y asesinar, como podemos ver años más tarde en otras películas, como por ejemplo, la estadounidense El resplandor (Stanley Kubrick, 1980), cuyo protagonista sentirá deseos de asesinar a su mujer e hijo, al no poder salir del hotel que se encuentra vigilando mientras escribe su novela.
La matriarca expresará a los hermanos que es mejor que Ana se vaya, porque está destrozando la relación familiar, ya que la esposa de uno de los hermanos intentará arrojarse desde el tejado de la casa.
Lo terrible de esta historia es el final. Inquietante, cruel, doloroso. La muchacha decidirá irse, pero entre los hierbajos del campo, los hermanos la acorralarán y la violarán cada uno de ellos, cortándole el cabello con unas tijeras, y finalmente, asesinándola con un tiro. Final cruel, pero que podría simbolizar que, ante la ignorancia de Ana a los deseos de cada hermano, prefieren terminar con su vida, ya que la mujer en esta época estaba sometida a las pretensiones del sexo masculino, y no poseían libertad.
Un discurso cinematográfico en el que, como decimos anteriormente, se menciona la guerra civil. La cual podemos interpretar como la principal causa de las patologías enfermizas de los tres hermanos, protegidos por la madre. Convirtiéndose en lobos, ya que persiguen a Ana, le envían cartas expresándole sus deseos sexuales, no le dejan libertad, actúan como animales buscando su presa, a la cual violentarán, y con la que saciarán sus perversiones y depravaciones mentales.
Os adjunto un fragmento de algunos momentos de la película, algo doloroso para sensibles, como yo. No espero que os guste, porque no es agradable visualmente, pero sí que reflexionéis acerca del mensaje que creo que se pretende transmitir.

La lengua de las mariposas

La libertad es el principal valor democrático que nos transmite el escéptico maestro Don Gregorio en este discurso, encarnado por Fernando Fernán Gómez. Sus palabras divulgan aprendizaje y fundamentalmente conocimiento: “si conseguimos que una generación crezca libre en España, ya nadie les podrá arrancar nunca la libertad. Nadie les podrá robar ese tesoro”. En ese momento, un padre junto a su hijo salen de la sala. Padre que intentó comprar al maestro con un pavo, para que se esmerase más en la educación de su hijo. Padre que cree que con dinero se compra todo.

Todos se levantan, aplauden en señal de reconocimiento hacia sus enseñanzas, respetan y admiran su trayectoria profesional en el pueblo. Pero serán los mismos que les insultarán por la calle en la última secuencia. Tanto a él como a sus compañeros republicanos, con los que defiende la democracia, por su defensa de aquella libertad, aquel tesoro y valor democrático que finalmente será aplastado por el franquismo Irán en su búsqueda y serán arrestados al terminar la guerra. Termina la escena con las palabras: “y ahora ustedes a volar”. Volar en señal de la libertad, el aprendizaje y abrir las mentes a la vida.
El pequeño, en el vídeo anterior observa al maestro con admiración y baja la mirada. Se verá obligado a mentir y callar que su padre le regaló un traje, porque de lo contrario serán también arrestados.

Una reflexión de cómo nos dejamos llevar por nuestro alrededor y hacer lo que los demás hacen, aunque no estemos de acuerdo, por miedo a la muerte, al rechazo, a ser arrestado, miedo a llevar la contraria al régimen impuesto. Una serie de miradas se cruzan entre los padres. El padre que salió de la sala en el vídeo anterior con el padre del chico, miradas de compasión y odio; así como ambos padres del chico, con miradas de dolor y negación.
Todos los presentes insultarán a quienes van saliendo del lugar: “traidores, rojos, ateos, criminales, chulos, granujas…”. Al final, sale el maestro con signos de debilidad, la familia del protagonista hará lo mismo que la gente de su alrededor: insultar y degradar al maestro Gregorio. Un maestro fiel a los valores de la República, pero los vencidos irán ahora a por él, por haber defendido la libertad. El padre de Moncho, le gritará “asesino, anarquista, cabrón, hijo de puta”, entre lágrimas.
La madre incita a Moncho a que le grite, y éste se resistirá, con mirada de dolor, pero el pequeño pronunciará: “ateo, rojo”, al instante que el rostro del maestro cambiará y se mostrará pasmado, apenado. Moncho corre detrás del camión, varios niños cogen piedras para tirárselas a quienes van subidos. Moncho seguirá con los insultos: “tilonorrinco, espiritrampa”.