La libertad es el principal valor democrático que nos transmite el escéptico maestro Don Gregorio en este discurso, encarnado por Fernando Fernán Gómez. Sus palabras divulgan aprendizaje y fundamentalmente conocimiento: “si conseguimos que una generación crezca libre en España, ya nadie les podrá arrancar nunca la libertad. Nadie les podrá robar ese tesoro”. En ese momento, un padre junto a su hijo salen de la sala. Padre que intentó comprar al maestro con un pavo, para que se esmerase más en la educación de su hijo. Padre que cree que con dinero se compra todo.
Todos se levantan, aplauden en señal de reconocimiento hacia sus enseñanzas, respetan y admiran su trayectoria profesional en el pueblo. Pero serán los mismos que les insultarán por la calle en la última secuencia. Tanto a él como a sus compañeros republicanos, con los que defiende la democracia, por su defensa de aquella libertad, aquel tesoro y valor democrático que finalmente será aplastado por el franquismo Irán en su búsqueda y serán arrestados al terminar la guerra. Termina la escena con las palabras: “y ahora ustedes a volar”. Volar en señal de la libertad, el aprendizaje y abrir las mentes a la vida.
El pequeño, en el vídeo anterior observa al maestro con admiración y baja la mirada. Se verá obligado a mentir y callar que su padre le regaló un traje, porque de lo contrario serán también arrestados.
Una reflexión de cómo nos dejamos llevar por nuestro alrededor y hacer lo que los demás hacen, aunque no estemos de acuerdo, por miedo a la muerte, al rechazo, a ser arrestado, miedo a llevar la contraria al régimen impuesto. Una serie de miradas se cruzan entre los padres. El padre que salió de la sala en el vídeo anterior con el padre del chico, miradas de compasión y odio; así como ambos padres del chico, con miradas de dolor y negación.
Todos los presentes insultarán a quienes van saliendo del lugar: “traidores, rojos, ateos, criminales, chulos, granujas…”. Al final, sale el maestro con signos de debilidad, la familia del protagonista hará lo mismo que la gente de su alrededor: insultar y degradar al maestro Gregorio. Un maestro fiel a los valores de la República, pero los vencidos irán ahora a por él, por haber defendido la libertad. El padre de Moncho, le gritará “asesino, anarquista, cabrón, hijo de puta”, entre lágrimas.
La madre incita a Moncho a que le grite, y éste se resistirá, con mirada de dolor, pero el pequeño pronunciará: “ateo, rojo”, al instante que el rostro del maestro cambiará y se mostrará pasmado, apenado. Moncho corre detrás del camión, varios niños cogen piedras para tirárselas a quienes van subidos. Moncho seguirá con los insultos: “tilonorrinco, espiritrampa”.