El caballero oscuro es una película dirigida y producida por Christopher Nolan. Lejos de enrrollarme y contar todo el argumento, me gustaría hacer reflexionar sobre el momento del vídeo que adjunto más abajo. Extrapolándolo al contexto social y poítico actual de nuestro país, España, donde los poderes públicos han tomado toda la infraestructura de tal manera, que se sirven de ello para beneficiarse y vivir con tantos privilegios, que se han olvidado de servir a quienes les dieron en su momento el voto de confianza, el pueblo. Lejos de apoyar los servicios públicos como la sanidad, educación, servicios sociales, entre otras cuestiones, se sirven de los impuestos públicos para inyectar ese dinero a colegios privados, privatizar hospitales, ofrecer terrenos municipales a empresas privadas, a cambio de «mordidas». Además de todo un sin fin de actuaciones corruptas, que hacen que nos cuestionemos si de verdad están manejando con cabeza nuestro dinero, o están jugando con él, como quien juega con una pelota y hace con ella lo que le conviene, en beneficio de su propio interés.
Y todo, en un entorno en el que hay miles de personas sin casa, sin comida, sin higiene, sin educación, sin sanidad, sin poder pagar sus tratamientos…, y un entorno público que vive en su mundo, echándoles la culpa a la sociedad de sus propios problemas. Entornos públicos que viven en una caverna y no quieren asomarse al mundo real, porque no les interesa, ya que en su mundo de privilegios y riquezas viven mucho mejor. Asomando la cabeza un poco, solo cuando hay cualquier dato, para crear una oleada al grito de «la economía de España mejora», mientras los bancos de alimentos y comedores sociales están desbordados. Pero, hablar de comedores sociales, pobreza, corrupción política, recortes en sanidad y educación que están afectando a miles de familias… es ser populista, mientras descubrimos sus sueldos, sus viajes pagados con nuestros impuestos, fraudes en subvenciones públicas y todo un sinfin de temas que oímos cada día.
Aquí presento una escena un poco agresiva, lo que no quiere decir que incite a la violencia, pero es ejemplificadora de los tiempos en que estamos viviendo. Una llamada al pueblo, no desde la violencia, sino desde el diálogo y el raciocinio, para formar parte de la recuperación de los derechos, perdidos por la incompetencia de algunos y la delincuencia de otros. Defendiéndose con la prescripción de delitos, mientras han estado años machacándonos conque vivíamos por encima de nuestras posibilidades y lo que se esconde detrás es la poca vergüenza en sus actuaciones.