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Los niños de Rusia, Jaime Camino, 2001.

A continuación voy a hablar del documental titulado Los niños de Rusia, dirigido por Jaime Camino y estrenado en el año 2001, en comparación con la situación actual.  Un documental en el que adquieren relevancia una serie de personas ancianas, que durante la guerra civil española fueron niños. Unos niños llevados por sus padres al barco, rumbo a Inglaterra, Francia o Rusia, donde llegaron para recibir otra educación, otro calor, otros valores… Una serie de valores y disciplina, que los hicieron volver a su lugar de partida con nuevos conocimientos, pero en algunos casos no fueron reconocidos por la familia, por el estado, aunque en otros casos, el propio país que les dio cobijo, les dificultó posteriormente su salida por distintos motivos políticos/burocráticos. A pesar de todo, a su regreso, aunque anhelaban su origen, se sentían en un país extraño, un país que no lo consideraba partícipes, víctimas, eran forasteros que se fueron cuando eran niños por unos motivos que intentaron olvidar desde la Transición hasta nuestros días. Por lo que, algunos, decidieron volver a aquel país, que puede tener algunos aspectos sociales, desagradables, pero fue el estado que les ofreció comida y un techo donde refugiarse del frío. Algo que el suyo no se dignó a ofrecer por cuestiones ideológicas y políticas. Resulta estremecedor oír estos testimonios desgarradores, palabras que quedaron en sus mentes y han permanecido como huellas, procedentes de sus padres, cuando les manifestaban que no llorasen, en un contexto de dolor, llanto y que fuera de su país serían alguien… prácticamente eran hijos arrancados de los brazos de sus padres por motivos económicos, sociales, ideológicos, políticos.

Sin embargo, un contexto muy diferente al que nos encontramos en la actualidad, pero unidos por un mismo punto,  la emigración. Un fenómeno social en auge, para algunos una lacra, como consecuencia de las desastrosas políticas sociales y económicas. Ideas, políticas, pensamientos progresistas frente a conservadores, que separan a las personas, vulneran su libertad, derechos. Hijas, primas, sobrinas, hermanas, que se tienen que separar de sus padres, de sus amigos, de su familia…, no por conseguir metas o ambiciones, sino por necesidad, por hacerse de un futuro que en este presente y en este contexto, resulta tan difícil conseguir. Aunque, sea por el motivo que sea las separaciones debidas al conflicto bélico de las actuales, las situaciones son idénticas: separación, las distancias largas fragmentan corazones, experiencias, momentos, familias, criaturas que crecen y solo pueden ver a la familia en vacaciones…, abrazos y besos que no terminan nunca antes de la partida, pero solo unos segundos bastan para observar el rumbo del vehículo que llegará a otro punto geográfico, mientras una lágrima cae por los ojos de quien se queda, con el conformismo de «ya está, así es la vida, quien se va siempre vuelve»… Toda una serie de sentimientos y emociones que muchos políticos ignoran desde su sillón de poder, cuando tienen que firmar algún documento «por el bien común» y toma decisiones que precarizan el empleo, hunden familias, ilusiones…

Ante esta situación, resulta muy conmovedor el discurso de que hay que luchar contra la emigración, pero lo cierto es que los años pasan y hay quienes intentan luchar por conseguirlo como meta para evitar que el país se quede medio vacío y las personas cualificadas no se vayan, mientras que hay quienes no están dispuestos a perder su juventud por una cuestión para la que no existe un consenso ni un acuerdo social y político, y directamente coge sus maletas, aunque sepa que el proceso de integración no va a ser nada fácil en un entorno extraño.

Sin más tras el comentario, adjunto los cuatro fragmentos que componen el documental de Jaime Camino y espero que haga reflexionar un poco.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

El cine de Robert Flaherty

El objetivo de Robert Flaherty era favorecer la comprensión entre los pueblos a través del cine. Entre algunas de sus producciones se encuentran: Moana (1926), Tabú (1931) junto a F.W.Murnau e Historia de Louisiana (1948).
Era partidario de la observación participante, por lo que decidió trasladarse al Ártico canadiense, donde se documentó e investigó acerca de la vida de los esquimales. Gran observador y admirador de las tribus aisladas de la sociedad, Flaherty utilizaba el cine como medio para mostrar la realidad, lejos del espectáculo. No utilizó actores ya que, según su criterio, prefería a los propios habitantes, porque eran quienes mejor reflejaban su propia cotidianidad. Construyó sus películas bajo las premisas de belleza y verdad.
El documental del que vamos a hablar, Nanook el esquimal, tuvo que ser filmado en dos ocasiones, a causa de un accidente, pues los negativos se incendiaron. Algo que no afectó mucho a Flaherty, porque no estaba muy de acuerdo con la primera copia.
Esta producción contiene planos en los que busca la belleza y los combina aportando a cada uno de ellos una función dentro de la obra. Los primeros planos de Nanook mirando a cámara pretenden una unión entre el protagonista y el espectador, a la vez que se resalta el hecho de que el espectador está siendo observado y acompañado.
Flaherty utiliza las secuencias largas para generar en el espectador la impresión de que se está captando al individuo de forma directa sin que exista ningún tipo de manipulación.
Otra característica que llama la atención sus subtítulos: pequeñas explicaciones que son introducidas a lo largo del documental, ejerciendo una función de interacción con el espectador.
Como se dijo anteriormente, Flaherty busca la veracidad y la realidad. Sin embargo, su intervención en las localizaciones suscitan que estas personas modifiquen su comportamiento habitual para dar vida a unos personajes que le interesaba representar.
Pretende reflejar un modo de vida diferente mediante la imagen del “hombre primitivo”. No pretende criticar este modo de vida, sino plasmarlo a través de una supuesta familia incivilizada.
Flaherty trabaja sobre un documental dramático, donde hay un personaje que tiene un problema y la cámara lo sigue en su supervivencia.
En una reflexión, Flaherty expresa estas consideraciones:
“La finalidad del documental, tal como yo lo
entiendo, es representar la realidad bajo la forma
en que se vive […]. Una hábil selección, una
cuidadosa mezcla de luz y de sombra, de
situaciones dramáticas y cómicas, con una gradual
progresión de la acción de un extremo a otro, son
las características esenciales del documental,
como por otra parte pueden serlo de cualquier
forma de arte. Pero no son éstos los elementos que
distinguen al documental de las otras clases de
filmes; el punto de divergencia entre unos y otros
estriba en lo siguiente: el documental se rueda en
el mismo lugar que se quiere reproducir, con los
individuos del lugar. Así, cuando [el
documentalista] lleva a cabo la labor de
selección, la realiza sobre material documental,
persiguiendo el fin de narrar la verdad de la
forma más adecuada y no ya disimulándola tras un
velo de elegante ficción, y cuando, como
corresponde al ámbito de sus atribuciones, infunde
a la realidad un sentido dramático, dicho sentido
surge de la misma naturaleza y no únicamente del
cerebro de un novelista más o menos ingenioso”
(Robert J. Flaherty).

Finalmente, incluyo un pequeño vídeo con unas imágenes de su documental, y espero que os guste.