A continuación voy a comentar una película no apta para quien tenga gran sensibilidad a las imágenes violentas, como es mi caso, pero me enfrenté a ella, porque es de la trayectoria de un director que estudio para mi tesis, Agustí Villaronga, caracterizado por introducir a menores en contextos traumáticos y violentos.
La película que nos ocupa se titula Tras el cristal, del año 1987 y trata sobre las crueldades cometidas por un médico en los campos de concentración nazis durante el Holocausto. Tras pasar todo, se lanza al vacío, quizás por arrepentimiento o redimir su perdón de esa manera, y queda tetrapléjico, debiendo permanecer encadenado a vivir tras el cristal de un pulmón artificial, del que no se puede mover, dejando al aire solo su cabeza.
Un dia, un chico entra en la casa familiar, marcada por la oscuridad, las cortinas echadas, las sombras, con el argumento de cuidarlo, expresando que es enfermero. Pero, someterá al médico a todo tipo de humillaciones y vejaciones, similares a las que él padeció. El hombre se da cuenta que se trata de uno de los niños de los que abusó durante el Holocausto nazi, en aquellos campos de la muerte, en los que, además, experimentaba con ellos.
El rostro del chaval permanece frío e impasible al asesinar a la esposa y mover su cadáver, haciendo creer a la hija, que su madre se ha marchado. Expresándole, también, que no va a necesitar más a su padre, a lo que la niña se resiste, por lo que intuímos que es capaz de hacer algo más escabroso con él
Aquellos abusos han provocado la monstruosidad de su rostro, de su forma de actuar. Rostro insensible que presenta, también, cuando mira a los ojos al señor, colocándose encima de él y ejecutando las mismas acciones que el minusválido cometió con él a su corta edad. Pero este gesto de mirarlo fijamente a los ojos, supone un enfrentamiento, quizás, intentando manifestar que ahora es él quien tiene el poder, repitiendo todas aquellas vejaciones que padeció en su infancia, que quedaron grabadas en su mente, marcándolo de por vida. Esperando el día de su mayoría de edad, para perpetrar su venganza y provocarle todo tipo de sufrimientos, sin piedad. Le muestra esa autoridad, esa superioridad, ese control que un día sintió por su parte, a pesar de tener ahora menos edad que él, ahora es él quien domina. Su rostro es enfatizado mediante planos cortos con angulación en contrapicado, para remarcar esa superioridad en la que se encuentra frente al médico. Ambos frente a frente, pero el muchacho abusa ahora del poder de mantenerse sobre un cuerpo, caminar, actuar por sí mismo, a diferencia del médico, postrado en esa cama, a merced de lo que quieran o puedan hacer con él. Valiéndose solo de su mirada, lo que sus ojos observan alrededor de esa habitación, de la que no puede salir.
Hacia la parte final, la historia se mezcla con recursos oníricos de la ficción, quizás un recuerdo, un flash back… Pero, lo más cruel e infame tiene que ver con unas imágenes, un momento en el que apreciamos que el médico pregunta al niño si quiere ganarse unas monedas, a lo que el pequeño responde afirmativamente, puede que por necesidad o miedo a cuestionar la autoridad. Tras lo que el adulto, le coge la cabeza y la coloca en la parte inferior de su cuerpo. Escena que, me he sentido incapaz de ver por completo, porque me ha tocado demasiado la fibra sensible y una serie de lágrimas me han comenzado a salir de los ojos, dicho sea de paso. Es una de esas escenas en las que una persona se pregunta cómo el ser humano puede llegar a ser tan ruín, despreciable, perverso… Una historia de ficción, sí, pero que vemos a menudo en casos de pedofilia, pederastia, tráfico de menores… o el nombre que se le quiera poner, la cuestión es que el abuso infantil sea del tipo que sea, es un acto en el que todos los calificativos se quedan escasos, por la envergadura y el trauma psicológico que ocasiona. Un individuo que comete tales acciones no puede denominarse ser humano, incluso, ni animal, porque hasta uno de ellos, como puede ser un perro, puede llegar a tener sentimientos hacia el ser humano.
Finalmente, observamos que un niño se sitúa en esa cama, postrado. Tal vez, intentando manifestar que aquellos abusos han provocado que se siga sintiendo un niño, un individuo incapaz de actuar por sí mismo, necesitando la ayuda de otros para su día a día. Escena que se entremezcla y se aleja dentro de una bola de cristal. Quizás, los abusos que ha cometido con el señor hayan sido solo un deseo de perpetrar su venganza desde esa parálisis en la que se encunetra. O tal vez, haya sucedido todo en esa casa y lo haya tomado como una guerra interior, una lucha consigo mismo, por haber consentido aquellos abusos y no haberse podido defender, por miedo a la autoridad y al mundo adulto, y haya querido torturar tanto al nombre como a sí mismo. En definitiva, tanto los abusos que cometieron con él y que él ahora ha repetido no le han servido para nada más que para hacerle sentir superior, pero realmente, ha podido quedar minusválido, sin movilidad, tanto física, sin poder actuar en primera persona por sentirse incapaz, a mercer de lo que hagan con él. Además de emocional, sintiéndose incapaz de poder pensar y sentir emociones, como lo haría una persona normal, que no haya sufrido ningún tipo de violencia ni abuso durante su infancia, un período que, como aquí apreciamos, marca para toda la vida.
Sin más, os adjunto el tráiler de la película, que se encuentra entera en Youtube, para los sensibles, la película entera va a suponer un mal trago.